Guardo
en un reducto íntimo
el sonido cuasi perfecto
de mi otrora río manso
y a veces beligerante.
Guardo
miradas tan diáfanas
que se han perpetuado
y cerrando los ojos
presiento que me observan.
Guardo
risas contagiosas, genuinas,
que tuvieron su génesis
justo allí, donde cómodamente
habita el alma.
Guardo
primaveras enteras
con aroma a azahares
a flores de paraíso
tan suave, sutil y delicado
y a deliciosas glicinas.
Guardo
tanta maravilla, tanta,
amaneceres arrobadores
crepúsculos cinematográficos
cielos por estrellas decorados.
Guardo
el amor incondicional e inalterable
porque aunque los años pasen
logra crecer y se magnifica
tan solo con recordarlo.
Guardo...
Viviana Laura Castagno Fuentes


















