Hay tantos árboles enjutos
que de harapos visten,
se han quedado desnudos,
hasta sus sombras perdieron,
que eran alivio y amparo.
Hay tristeza acumulada,
hay demasiadas ausencias,
no sólo están desvestidos,
sino también huérfanos,
de sus aves y sus cantos.
Hay árboles tan desolados,
que hasta su angustia comparten,
—el viento es el gran confidente—
cuando entre sus intersticios
de troncos y vacías ramas, ruge.
Todo llega, todo fluye y pasa,
los días para renacer se acercan,
hasta el sol está alumbrando más rato
—como anunciándoles tácitamente—
que pronto estallarán de brotes
sus estoicas desnudeces.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Viviana Laura Castagno Fuentes


















