Y sí, la vida continúa siempre,
no cede un ápice por nadie,
no existen paradas, ni estaciones,
que consigan detener su travesía.
Pero, para el dolor hay etapas,
él es quién escoge los tiempos,
aunque creamos tener injerencia,
decide el cómo, el cuánto y hasta dónde.
Si nos apresuramos en expulsarlo,
hará el intento por quedarse,
hay que otorgarle las libertades,
para que sea inquilino, jamás propietario.
Allí reside el secreto:
darse el espacio para aceptarlo,
cuando con él nos amigamos,
el día menos pensado nos sorprende,
arma sus maletas y se marcha.
Viviana Laura Castagno Fuentes

No hay comentarios.:
Publicar un comentario