Hay que cuidar a las palabras,
ellas nuestro mundo interior testimonian
—aunque a veces no lo percibamos—
reflejan con enorme precisión
nuestra naturaleza humana.
Una palabra amorosa resarce
a quienes la vida los ha olvidado,
—y hasta puede ser la analgesia—
cuando expresada en el momento justo
Una palabra amorosa resarce
a quienes la vida los ha olvidado,
—y hasta puede ser la analgesia—
cuando expresada en el momento justo
logra suturar heridas recién infligidas.
Cuidar a las palabras es un reto,
ellas pueden ser un estoque
—cuando sin sutilezas nos expresamos—
o poseer la habilidad manifiesta
para restañar las aflicciones
o poseer la habilidad manifiesta
para restañar las aflicciones
y acariciar, cuando arrecian vendavales.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















