Está recostada, plena,
sobre las páginas abiertas
de cientos de libros
que se esmeran en acunarla.
Ella se entregó confiada,
sabiendo cuánta paz hallaría
sobre sedosas páginas escritas
que su cansancio arroparían.
Se sentía una reina,
jamás imaginó que dormiría
protegida por libros ignotos,
que despertaban a almas dormidas.
Amaneció, desperezó su fino tallo,
abrió sus pétalos con suma elegancia,
desenredó sus hojas cual brazos,
esparció la más exquisita fragancia...
gestos todos para decir: ¡Muchas gracias!
Viviana Laura Castagno Fuentes

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