Junto al verano, que con bríos ha irrumpido,
anticipándose unos días según el calendario,
también llegan tiempos para la siesta
-esos interregnos tan especiales-
que parecen suspender un rato a la vida.
La siesta, un hábito natural aun en pueblos
y ciudades del interior, son casi obligatorios,
un paréntesis donde solo el silencio habla,
mientras los soles abrasadores el cielo incendian
y el calor se torna por momentos insoportable.
Cuando niña, la siesta cancelaba todo,
juegos en la vereda, paseos en bicicleta,
había una prohibición
y los niños debíamos dormir,
porque la sagrada siesta
porque la sagrada siesta
a los relojes todos detenía.
La siesta, un hábito que continúa
y un recuerdo que me perturba
porque la detestaba realmente,
para mí era como convocar
a la muerte por un rato.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Viviana Laura Castagno Fuentes



















