No te aísles
no te ausentes tanto,
porque si lo haces
percibo que me extravío
y la orfandad se aposenta.
A la lejanía disipamos
con gran solvencia diría,
porque nos asisten las letras
nos entrelazan con creces
y los límites se esfuman.
No te pierdas
no enmudezcas siquiera,
no escatimes los mensajes
ellos son nuestro sostén
cuando arrecian tempestades.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Soy tempestad
pero también calma,
soy barca sin puerto
sin ancla ni derrotero.
Soy la tierra sedienta
bajo el abrasador estío,
soy la riada impetuosa
que a esa sed sacia.
Soy la hoja desgarrada
que olvidó el otoño,
pero también soy verdores
que a la primavera anuncia.
Soy el ave sin nido
cualquier cielo es mi casa,
soy alas prestas, aun replegadas,
más no raíz a la tierra amarrada.
Soy la verdad ante todo
sin ambages, ni cortapisas,
soy un poema extraviado
buscando el amparo seguro
de las páginas de un libro.
Soy todo y soy parte,
soy la natura entera
soy la plenitud, la certeza,
aún cuando la humanidad errática
con indolencia y desdén responda.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Se alborotó el patio
con aleteos y danzas
de pequeñas aves
—que desplegaron su magia—
cuando la claridad aún dormía.
Ajenas a la mentira
—que la humanidad impone—
trajeron sus sinfonías,
presagios de un renacer
que por doquier se precipita.
Hay nidos que las esperan
sobre árboles aun desnudos,
hay un cielo límpido y perfecto
y un sol que a los fríos desaloja,
—argumentos válidos todos—
que justifican la algarabía
y el alboroto en el patio.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Soy tan feliz
cuando las letras
me buscan con sutileza
y yo finjo —sin éxito—
que no las percibo
y me hago la distraída.
Ellas son tan hábiles,
poseen su estratagema
arremeten con ínfulas
para que despierte
y su albergue les otorgue.
Las letras, la poesía,
—esas inefables amigas—
son las asistentes perfectas
descongelan nieves eternas
esas que forman coraza
en corazones vacíos y ausentes.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Tal vez
nos encontremos
siendo dos almas,
sin la opresión
de nuestros cuerpos,
sin límites, sin nada.
Tal vez
nos reconozcamos,
por el amor
que exhalaremos
y allí sabremos con certeza
si estábamos predestinadas.
Tal vez,
moremos en una estrella
fulgurante y solitaria,
o quizás en un planeta
donde de lo físico
prescindamos,
porque en realidad
siempre, siempre,
lo nuestro
se trató de almas.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Está triste mi poesía,
perdió su magnetismo
su brillo, su lustre,
y hasta su magia diría.
Es como un naufragio,
hay palabras feneciendo
extraviadas y ausentes
porque no está el faro
que era guía del derrotero.
Porque tampoco avizoran
un puerto previsible,
que un amparo ofrezca
a las rimas desasosegadas.
Está triste mi poesía,
porque hay vacíos dentro
y las letras candorosas
—ante las incertidumbres—
de subterfugios carecen.
Viviana Laura Castagno Fuentes
—Siempre regresas—
parece que el camino
tuviese marcada mis huellas
y tu orientación facilitara.
Admiro tu percepción,
—porque soy una nómade—
y me muevo de lugar
pero me encuentras.
Regresas,
—así, abruptamente—
sin avisar siquiera
y al cielo todo
de nubes ominosas
lo despejas.
Si hasta despiertas
al jardín,
que tiene a sus reinas
—opacadas y ausentes—
porque los fríos
las entumecieron.
Conmocionas todo,
—eres como un vendaval—
cuando a la prolijidad
altera y desordena.
Regresas,
—siempre regresas—
porque en realidad
—no te has ido—,
aunque a veces la ausencia
se empecine
en desorientarme,
pero a mi alma
no logrará
confundirla nunca.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Mentira,
nos mienten
cuando nos dicen
que el pasado no existe,
como si fuese un oprobio
rememorarlo.
Sí, existe
y está vivo e indemne
en todos los intersticios
y desde allí nos mira.
Está cómodamente
asilado
en las hojas doradas
que desgarró el otoño.
Está en el aroma
del humeante café
de la mañana,
y mi padre vuelve
porque jamás se ha ido.
Está en la plaza del pueblo,
en cada juego
donde mi niñez
risas y algarabía
desperdigaba.
Y mora cómodamente
en los sabores
en un pastel de manzana
que con tanto amor
mi madre preparaba.
Y está omnipresente
en la sonrisa del alma
cada vez que la infancia
su ingenuidad y frescura
esparce.
Mentira,
es mentira
que el pasado no existe,
lo recreamos día a día
porque él nos ha edificado.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Y me iré nomás
un día, muy pronto,
sabiendo
que di todas las batallas
no escatimé esfuerzos
entregué sin cortapisas
el clamor de mis entrañas.
Y me iré a sabiendas
que intenté de todo,
ver luces rutilantes
allí donde había sombras
desdibujando los límites.
Sería un empecinamiento
un absurdo e imprudencia,
presumir que no pasa nada
cuando en realidad
grita mi alma
que pasó y pasa
de todo.
Me iré muy pronto...
Viviana Laura Castagno Fuentes
A veces me siento
un guijarro vulnerable
al que las impetuosas olas
en la playa
olvidado dejaron.
A veces, soy gramilla
intentando con dificultad
sobrevivir a la escarcha
que el invierno
esparció con indolencia.
Otras, en ramaje férreo
me convierto,
para dar amparo
a nidos frágiles
de zorzales extraviados.
O en camino
me convierto
hacia ningún lado,
ni voy, ni vengo,
estoy otra vez
mi derrotero decidiendo.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Lo siento
no pude,
—o tal vez no quise—
o fue una mixtura entre ambos.
Recorrí tus calles
y no son las mismas
—masacraron a mis árboles—
y las sombras desaparecieron.
Disfruté a mi río
aun sin playas
porque se alborotaron
—las aguas mansas—
y en su embestida
las eclipsaron.
Escudriñé al cielo
que en cada espacio
—con donaire se derrama—
y observé los espectáculos
más extraordinarios
—cuando la oscuridad—
cedía su espacio al alba.
Intenté todo amigo,
pero resultó infructuoso
—nos hemos pertenecido—
pero cuarenta años
nos escindieron
con creces a ambos.
Y debo ser muy sincera:
no pude, no quise tal vez
o fue una mixtura
—y la reconciliación ansiada—
en una absoluta imposibilidad
se ha convertido.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Cuando las aguas
exquisitas arquitectas
expertas diseñadoras
a las rocas esculpen.
Cuando las glicinas
trepan hábilmente
a la pérgola que las aguarda
mientras la tapiza con donaire.
Cuando el sutil otoño
pincela con ocres y dorados
los follajes ayer nomás verdes
y en un cuadro los convierte.
Cuando el vergel magnífico
muta su escenario
y aparecen otros actores
para continuar la obra.
Son todas manifestaciones
que a mi alma gratifican,
es la natura curando heridas
en la analgesia perfecta
es la justificación de la vida.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Estamos solos,
aun acompañados
estamos solos
y se siente mucho frío.
Mentira, es mentira,
cada quién su jardín riega
aunque flores ávidas
en el vergel contiguo
de sed mueran.
Estamos solos,
la soledad se impone
aunque viajemos
en un tren atestado.
Mentira, es mentira,
cada quién atiende su juego
y a atender el nuestro
nos obligan,
porque en la realidad
la soledad es nuestra mejor
y única amiga consecuente.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Tal vez me despida
esta primavera próxima
o tal vez sea en el otoño,
pero debes saber amigo
que me iré muy lejos.
Lo nuestro está intacto,
es un romance impoluto
que nació hace décadas
y no morirá nunca.
Pero hay cuestiones,
temas de la vida diría
que a cambiar de aire
nos conminan
y sin alternativa nos dejan.
Cuando mi éxodo llegue,
iré hasta tu margen
como lo hice un día
para despedirme,
aunque esta vez será definitivo.
Agradezco haberte conocido,
eres un prodigio
un obsequio perfecto
aunque debo confesarte
cambio tus aguas tranquilas
por otras más bravías
y desafiantes.
Tú serás un recuerdo
en poco tiempo,
el amigo río, el confidente,
hay una mar que me aguarda
y en sus aguas tumultuosas
ensayaré los mismos nexos
que tú y yo
hasta hoy tuvimos.
Viviana Laura Castagno Fuentes
No olvidaré jamás,
que me sostuviste
cuando se derrumbó
—intempestivamente—
sobre mi cabeza el universo.
No olvidaré jamás,
que me hablaste
—con silencios—
supiste que las palabras
eran fútiles e innecesarias.
No olvidaré jamás,
esa mañana en el río
me sugeriste entregar
—mis pesares a las aguas—
para que en ellas se mimeticen.
No, no olvidaré jamás,
porque es imposible
olvidar, a quién estuvo
—cuando yo dejé de estar—
porque tuve un eclipse dentro.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Cuando soplan vientos turbulentos
que hasta mis huesos congelan,
intento evadir la embestida
observando a las trémulas hojas
que vencidas y resignadas caen.
Y camino sobre el pasto
que cobija a unas bellas florecillas
rosas, amarillas, celestes,
desafiantes ellas, con todo en contra
son un paradigma del estoicismo.
También viajo hasta mi inefable río,
mi viejo confidente, mi amigo,
el contenedor de mis lágrimas
sabe escuchar como nadie
todo lo que le transmito
aun cuando el hierático viento
intenta interrumpir lo nuestro
agitando las aguas,
pero fracasa en el intento.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Los miedos,
esos carceleros arteros
expertos en confundir a la mente
mientras asfixian al alma.
Los miedos,
esclavos de los artilugios
declaran la guerra a la verdad
porque es la que los desnuda.
Los miedos,
perversos simuladores
fingen ser lámparas, luces,
mientras a la oscuridad traen.
Los miedos,
óbices en el camino
arrebatadores de sueños,
son inquilinos testarudos
pero se creen los dueños.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Sabe mi alma,
sobre otoños que depredan
cada vez que los follajes
fenecen con su embestida.
Sabe mi alma,
intuir la tristeza del ave
porque a su amoroso nido
lo derribó un viento implacable.
Sabe mi alma,
que un río tiene secretos
guardados en cada piedra
que sobre el lecho dormitan.
Sabe mi alma,
una flor es la sonrisa
que la naturaleza ofrenda
con generosidad desmedida.
Sabe mi alma,
somos primaveras primero,
veranos y otoños luego
y vestimos un cruel invierno
cuando a la estación llegamos.
Sabe mi alma...
Viviana Laura Castagno Fuentes
Aún no has llegado
y estoy ensayando
con enormes dificultades
las palabras acordes
para despedirte.
Es todo tan confuso,
hay nudos gordianos
sentimientos amalgamados
que silencian las risas
mientras convocan al llanto.
Porque seré feliz sin dudas
con tu llegada
y lo seré más todavía
con tu estadía,
pero te confieso
con absoluta franqueza
no sé qué haré
con tu partida.
Viviana Laura Castagno Fuentes
