El bellísimo cisne
se quedó solo,
la bandada que lo acompañaba
emprendió el vuelo
de regreso sin él,
porque algo lo perturbaba.
Tal vez creyó
que un techo verde
de vetustos árboles
frondosos e imponentes,
serían su abrigo,
su protección o la cura
para un agobio
que no comprendía.
¿Cómo explicar que un cisne
estaba triste,
si volar magistralmente,
expandir sus hermosas alas,
levantar su esbelto
y etéreo cuerpo
y navegar en mares de nubes
era su arte?
Y lo estaba,
declinó volar hacia su nido,
escondió su largo cuello
entre sus plumas,
minimizó su hermosa danza
en la laguna
y pareció que apagó
el brillo de sus luces.
¿Qué le sucedió
a esta delicada ave?
¿Por qué detuvo
su vida en la laguna
eligiendo a la soledad
como única compañía?
No hubo respuestas,
la causa de su agobio
será un misterio perpetuo,
quedó aislado y solo
buscando tal vez
sanar heridas íntimas
en el seno de una laguna
cómplice que lo acuna.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















