Me encantaría
que la inevitable muerte
me sorprenda un día
vacía de estériles bagajes
y colmada de plenitud el alma.
Sería hasta perfecto, diría,
que me sorprenda lejos
en algún recodo del planeta
donde se fusionan silentes
las majestuosidades naturales.
Porque, honestamente
a ningún lugar pertenezco,
no tengo arraigo, ni nostalgias,
escapo de todo lo rutinario
porque a la mente cuajan
y la evolución detienen.
Sí, me encantaría que la muerte
deba viajar para encontrarme,
me hallará tal vez
esperando a las inefables olas
cuando en la arena desfallecen
y en una comunión con su mar
quedan allí perpetuadas.
No será fácil mi muerte,
no sabrá de sedentarismo
ni de siestas perpetuadas,
tendrá que buscarme
justo allí
—donde el alma se regocija—
porque la paz está garantizada.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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