Hoy, recorriendo las bellísimas calles del barrio de Núñez,
volvió a aparecer tu recuerdo, aunque jamás se había ido,
pero fue diferente esta vez, presentí que junto a mí caminabas.
Y está tan hermoso, la calle paroissien, es un túnel vegetal,
sus elegantes plátanos desafían al cielo, mientras abajo,
sus troncos robustos, les confieren la fortaleza que necesitan.
Todo ha cambiado mucho desde tu partida, nada es lo mismo,
la plaza Balcarce, donde nuestra niñez estrenó algarabías y juegos,
está tan hermosa, hay coníferas y diversas especies que son un deleite.
Amo imaginar que en alguno de sus bancos estamos sentadas,
manteniendo nuestros diálogos tan ricos, tan genuinos,
porque de ternuras holgaban, porque eras amor abuela, amor.
Hoy, tu recuerdo es mi sustento cuando arrecian tempestades,
los convoco de a uno y en ellos el reparo se aposenta, es magia te aseguro.
Porque has sido magia, todo lo que tocabas lo mejorabas con creces,
si hasta un desayuno era una fiesta y un café era un poema.
Sí, un poema decías, por todo lo que te agradaba, tus plantas por ejemplo
eran poemas, formaban cascadas bien ordenadas y se derramaban en la galería.
Hoy, caminando por las calles del barrio de Núñez, regresaste nuevamente,
es que sabe a ti, huelo tu perfume, escucho todavía tus carcajadas tan espontáneas
y mientras mi mente divagaba -tu presencia, aun ausente- junto a mí estuvo.
La abuela, la maestra, la docente de antes, la que su profesión enaltecía,
la amorosa madre de ocho hijos, la que prohijaba a los desvalidos,
aun vive, porque jamás mueren las almas nobles como la tuya.
Hoy, recorriendo las calles de Núñez, estuvimos juntas nuevamente.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















