Todos te observan
—vacío de aguas—
eres un remedo casi
de aquel río acaracolado
que solo beldad exhibía.
Dicen que te has retirado,
que tus playas están desnudas
y ellas se lucen estoicas
como si no te necesitaran.
Hay tanto rumor amigo
con disímiles argumentos,
hablan mucho, sin decir nada,
pero tú y yo sabemos en cambio,
que tus otrora aguas diáfanas
eligieron meditar un tiempo.
Hablan tanto amigo, tanto,
sin asidero diría,
no comprendieron los hombres
no escudriñaron tu alma
para entender de una vez
—y definitivamente—
que un río...
un río también se cansa.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















