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martes, 28 de enero de 2020

SIN FARO...



Aquel faro, el amigo,
el que orientaba,
el dueño absoluto
de una luz certera,
ya no existe
y la vida
de sentido carece.

Su noble misión
era encauzar,
y llevar a puerto seguro
a almas atribuladas,
que el viaje de la vida
en extravío estaban haciendo.

Almas magnánimas
que perdidas yacían,
tal vez, las hastió la indiferencia,
optaron por acabar todas
sucumbiendo en un mar bravío
y junto a aquel faro mudo,
—el incondicional amigo—
también fenecieron ellas.


Viviana Laura Castagno Fuentes

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