Me acostumbré
cuando partiste
a escudriñar
otros universos,
a desatar nudos gordianos
sin tu presencia.
Me acostumbré
a casi todo te confieso,
porque no tuve opciones
y en aguas tumultuosas
mi barca frágil
intenta con esfuerzo
un potencial naufragio.
Me acostumbré
a degustar sola
el café de las mañanas,
a cultivar las glicinas
cuando la primavera
es todavía
un gélido invierno.
Me acostumbré
a que tu voz
sea un recuerdo
porque...
si no me acostumbro
-me obligará la vida-.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















