Muchas veces, muchas,
he sido abducida
por imprevistas arenas movedizas
y estuve desaparecida por días.
También he resbalado
por la superficie rocosa
de los sinuosos acantilados
y me arropó una suave arena.
Tuve amaneceres sin sol,
lo intuía por la claridad
que hasta mí ingresaba
para disuadir a un sueño reincidente.
Hubo trechos del camino
plagados de confusión,
pero los carteles orientadores
fueron apareciendo en silencio
a medida que avanzaba.
Y a cada etapa elegí transitarla
en absoluta y profunda soledad
por necesidad, por convicción,
y porque el dolor era solo mío
no pertenecía a nadie más.
Viviana Laura Castagno Fuentes












