Que el inevitable dolor
no desdibuje jamás
ni mengüe un ápice
la sensibilidad que te amuebla.
Que suavice siempre
lo que esmeriló el camino,
que el calor se esparza
sobre las frías piedras.
Que ningún invierno
entumezca tu empatía,
que lo gélido no apague
el fuego que atizas dentro.
Que renazcas siempre
como puedas, como sea,
pero por favor no te endurezcas
ablándate siempre, aun cambiando.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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