Muchas veces he callado, pero no por cobardía ni timidez, sino porque establecer un diálogo prolífico y fluido — se ha vuelto una tarea harto imposible— y preferí enmudecer.
Hay personas que solamente desean —tener razón—, no saben o no les interesa ingresar en el rico universo para escuchar al otro y abrevar en diferentes posturas o concepciones que muchas veces nos enriquecen y/o nos modifican.
Mis padres no me impusieron ninguna religión, tampoco elegí alguna, mantengo una lejanía con todas y ninguna me seduce, no creo en ningún conglomerado de dogmas donde los mismos dominan, sojuzgan y nivelan, aunque respeto a los creyentes, pero no me siento respetada.
Por eso, elijo irme —por dentro y por fuera— cuando el diálogo se torna una tarea infructuosa y compleja, porque a la razón la tiene siempre el otro mientras socava la posibilidad exquisita del entendimiento.
Es que a cierta edad, hay que priorizar la paz, no me interesa —tener razón—, solamente aprendí a ceder para salvar lo que aún queda de mí.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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