Amiga, no poseo la respuesta
a tu pregunta y lo siento.
Deseas saber, ¿por qué escribo?
Solo puedo ensayar una justificación,
que tal vez ilumine tu oscuridad al respecto.
Te diré con enorme sinceridad,
jamás me consideré una escritora,
solamente le cedo el timón de mi nave
a cientos de letras que en mí
se dan cita, están a bordo,
y no son unas polizontes.
Ellas, aceleran mi ritmo cardíaco,
aumentan mis pulsaciones
y yo humildemente,
busco un papel y un lápiz
para darles un albergue,
un lugar para que ellas
con gran libertad se expresen.
Amiga, es como si alguien me dictara,
no interviene casi la mente,
todo fluye naturalmente
como si fuese un río.
¿Cómo se explica la fragancia exquisita
de las glicinas o de los jazmines?
Es imposible amiga,
es lo inefable absolutamente.
Podría concluir diciéndote,
no podría ser raíz a la tierra amarrada,
ni una flor prisionera
de una maceta que la atosiga.
Con ellas puedo inventar un universo
hacia donde partir por un tiempo
cuando deseo extirpar de cuajo,
la mediocridad, la violencia,
que instala sin mi permiso, el mundo.
Allí, en ese lugar, soy tan feliz amiga.
No existen límites impuestos,
ni incomprensibles prejuicios,
las letras, son las artífices dilectas
que me elevan y me sustentan
es el universo donde me siento viva.
Viviana Laura Castagno Fuentes