¿Dónde andarás
en estos días estivales
cuando los soles abrasadores
Bienvenidos a este universo donde "La Poesía" les propone viajar hacia las profundidades del alma. Deseo que ese viaje sea ameno y los invite a regresar siempre.
¿Dónde andarás
en estos días estivales
cuando los soles abrasadores
¿Sabes?
No me agrada
preguntar nada
a la vida,
porque ella nos exige
respuestas.
Intento siempre
buscar el lado amable,
aun con todo en contra
o cuando la coherencia
ha desaparecido.
Intento hacer mío
—hasta lo que es de otros—
para aligerar cargas
y hallar una justificación
a la existencia.
Pero en este día,
en que tu recuerdo
por doquier se cuela
—y duele todavía—
tengo una pregunta
una indisciplinada
de esas que desafían todo.
Aquella madrugada
cuando la tibieza
de tus manos escapaba
¿Fue el momento
de tu adiós,
de tu partida
o de tu llegada?
Viviana Laura Castagno Fuentes
Desearía asegurar,
que dentro de mí
el caos se ha ordenado
y la odiosa confusión
en recuerdos se ha sumido.
Desearía asegurar,
que en el inasible mar
estoy nadando sin miedos
porque lo reduje a estanque
y hay nenúfares ahora.
Desearía asegurar,
que la estepa de mi vida
—fue eclipsada con puntualidad—
por bellísimas aljabas
púrpuras y violáceas
y los esplendores regresaron.
Desearía asegurar tanto,
pero sería una imprudencia
un arrebato, una negligencia,
porque faltaría a la verdad
—y sabes muy bien —
que la mentira es mi enemiga.
Continúo en proceso
diario de adaptación
a una nueva vida,
estoy intentando convencer
—a mi alma que aun te espera—
que no habrá regreso, no habrá.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Todos viajamos,
fisurados, lesos,
porque un día
se nos derrumbó
sobre la cabeza
el universo
con estrellas incluidas.
Todos viajamos,
a veces a tientas
con certidumbres otras
por caminos a estrenar
pero también
por los harto conocidos,
y aun así, nos equivocamos.
Todos viajamos,
escindidos, inseguros,
porque así somos
una amalgama perpetua
de imperfecciones
-tropezando con la vida-
sino, no seríamos humanos.
Todos viajamos...
Viviana Laura Castagno Fuentes
Unas hojas macilentas
y otras moribundas
están alfombrando
toda la intemperie,
e invaden espacios
en actitud desafiante.
Nada queda exento,
hasta las lavandas
que recién despertaron,
tienen a sus ramilletes
literalmente abducidos
por la tozudez del otoño.
En apariencia
es un gran desbaratador,
aunque en realidad
es un asistente puntual
libera a las especies
de todo lo superfluo.
Si lo observamos
con los ojos del alma
-es un pedagogo impecable-
nos enseña sobre ciclos
que acaban y renacen,
definitivamente -el maese otoño-
llegó para enseñarnos.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Tal vez,
nos reencontremos
cuando el invierno
se vuelva primavera
y a los esplendores
con idoneidad instale.
O tal vez sea,
cuando la mar
-en un gesto magnánimo-
a sus aguas abduzca
mengüe su voracidad
y deje ser a la playa.
¿Y si fuese?,
cuando nuevos amaneceres
a los zorzales convoque,
hay demasiada orfandad
y eran la sinfonía coral
que a los sueños desvelaban.
O puede suceder,
el día en que mis letras
su jubilación demanden,
aman cautivar corazones
mientras despabilan mentes,
pero también se cansan.
El reencuentro ocurrirá,
pero no tengo certezas
la vida me acostumbró
a lidiar con imponderables
-aunque mi alma está intuyendo-
que ese día está llegando.
Tal vez...
Viviana Laura Castagno Fuentes
El viaje hasta aquí
no fue planeado
ni deseado por mí,
fue una imposición
un desvío en el camino de la vida.
Sentí que regresé
al pasado abruptamente
y que en sus inefables fauces
fui devorada con creces
sin que lo advirtiese siquiera.
Es tan extraño todo,
no hubo adaptación, no hubo,
estrené miles de estrategias
pero sucumbí mil veces
en intentos vanos.
Tal vez la vida,
-la más solvente de las docentes-
estaba enseñándome algo
y tuve que aprender
que al final no decidimos nada
porque decide ella.
El viaje hasta aquí
fue una gran lección,
me planteó miles de preguntas
y heme aún hoy
-infructuosamente-
intentando hallar las respuestas
que definitivamente
no llegarán nunca.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Aquel cielo cómplice
-el nexo donde coincidíamos-
bajó el telón un día
secuestró su magia
y apagó para siempre
el lucero donde nos mirábamos.
Los caminos recorridos
quedaron en la memoria,
yacen atesorados
eran tan vastos, tan pródigos,
hoy poseen carteles de clausura.
La luna que guardaba
nuestros anhelos cada noche,
tiene su faz cansada
minimizó el brillo inmaculado
porque sucumbieron los sueños.
Las aguas impetuosas del río
en estanque devinieron,
en un acto de empatía tal vez
decidieron ser aguas quedas
acompañando el final inesperado.
Las gardenias primorosas
menguaron el esplendor
esa madrugada,
la espera fue estéril
y ellas sobre esperas
no comprenden, son flores.
Los proyectos amorosos
se volatilizaron,
no hay luna, ni nexo
se confundieron los caminos
hacia ningún lado,
y por tristeza
las gardenias fenecieron.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Cuántas veces
cuando en libertad
a mi mente dejo,
de silencios hondos se inviste
y solamente la quietud reina.
Cuántas veces
cuando en nada pienso,
en una montaña informe
de mutismos
sin advertir siquiera,
me convierto.
Pero no hay vacíos,
aun silente, aun ausente,
hay palabras empotradas dentro
que plácidamente
su momento esperan.
Cuántas veces
solo páginas en blanco poseo,
pero, aunque en apariencia
ni renglones ostentan
si escudriñas con esmero
verás que están llenas.
Cuántas veces
me percibo completa
aun vacía,
trampas que tiende mi mente
porque sobre sofismas
ella es una experta.
¡Cuántas veces!
Viviana Laura Castagno Fuentes
Nada decidimos en realidad, siempre lo hace la vida por nosotros. Tal vez, algunas veces nos permite que creamos que tenemos alguna injerencia, pero al camino lo construye ella y con un guiño de complicidad o un gesto afable nos habilita el viaje.
Un viaje que ostentará precipicios insondables, fiordos inasibles, pero también suaves valles con una delicada alfombra de gramilla y flores silvestres para garantizar el disfrute, que tendrá por supuesto sus intermitencias.
Porque nos sorprenderán - cuando más distraídos estemos - borrascas inesperadas que nos obligarán a buscar un albergue hasta que la iracundia amaine.
Creer que nuestros proyectos podemos materializar por un mero voluntarismo - en no haber comprendido nada -, las vicisitudes son tantas y tan sorpresivas, hábiles en desbaratar lo que habíamos pergeñado y siempre o casi siempre -nos sorprende desnudos y vulnerables-.
Hay que otorgar el espacio necesario para las contingencias, somos pasajeros efímeros, aunque a veces presumamos -con cierta dosis de soberbia- que somos los conductores.
Dueños de nada, de todo somos los inquilinos.
Y cuando la travesía su fin atisbe, no será con nuestra anuencia, sino que seremos sorprendidos, avasallados por los imponderables, porque así de impredecible y recalcitrante es la vida.
Viviana Laura Castagno Fuentes