Nada decidimos en realidad, siempre lo hace la vida por nosotros. Tal vez, algunas veces nos permite que creamos que tenemos alguna injerencia, pero al camino lo construye ella y con un guiño de complicidad o un gesto afable nos habilita el viaje.
Un viaje que ostentará precipicios insondables, fiordos inasibles, pero también suaves valles con una delicada alfombra de gramilla y flores silvestres para garantizar el disfrute, que tendrá por supuesto sus intermitencias.
Porque nos sorprenderán - cuando más distraídos estemos - borrascas inesperadas que nos obligarán a buscar un albergue hasta que la iracundia amaine.
Creer que nuestros proyectos podemos materializar por un mero voluntarismo - en no haber comprendido nada -, las vicisitudes son tantas y tan sorpresivas, hábiles en desbaratar lo que habíamos pergeñado y siempre o casi siempre -nos sorprende desnudos y vulnerables-.
Hay que otorgar el espacio necesario para las contingencias, somos pasajeros efímeros, aunque a veces presumamos -con cierta dosis de soberbia- que somos los conductores.
Dueños de nada, de todo somos los inquilinos.
Y cuando la travesía su fin atisbe, no será con nuestra anuencia, sino que seremos sorprendidos, avasallados por los imponderables, porque así de impredecible y recalcitrante es la vida.
Viviana Laura Castagno Fuentes

No hay comentarios.:
Publicar un comentario