Unas hojas macilentas
y otras moribundas
están alfombrando
toda la intemperie,
e invaden espacios
en actitud desafiante.
Nada queda exento,
hasta las lavandas
que recién despertaron,
tienen a sus ramilletes
literalmente abducidos
por la tozudez del otoño.
En apariencia
es un gran desbaratador,
aunque en realidad
es un asistente puntual
libera a las especies
de todo lo superfluo.
Si lo observamos
con los ojos del alma
-es un pedagogo impecable-
nos enseña sobre ciclos
que acaban y renacen,
definitivamente -el maese otoño-
llegó para enseñarnos.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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