Una amiga de mi infancia, había leído una de mis poesías y me dijo:
Reconozco que no comprendí su mensaje, era muy sincera y transparente, no existía ironía en lo expresado, sino un profundo respeto.
Leí la poesía en cuestión y luego de analizar su contenido
Ese mensaje escueto y sincero arrojó muchísima luz sobre el proceso de la escritura. Creí que cada lector captaría lo mismo, que no habría disparidades en el entendimiento, considerando que escribo sencillamente y sin grandes complejidades para la comprensión.
Pero estaba muy equivocada, una misma poesía puede tener distintas percepciones, porque cada lector es —per se—un universo único y maravilloso, sería un dislate pretender la unilateralidad del entendimiento, considerando que no escribo sobre temas que requieren cierta rigurosidad ni mucho menos.



















