Ella había imaginado
una vida color de rosa.
Supo construir delicadamente
un castillo amoroso,
rodeado por mares de
jacintos y prímulas,
bajo un cielo diáfano
como sus sueños.
Allí, viviría con su amor,
una gran historia de amor
asida a proyectos tantos
que miraban hacia un futuro
sin límites impuestos.
Estaba plena y feliz,
como una niña
con su casa de muñecas.
Pero, no supo o no quiso ver
lo que la realidad le decía,
su sueño jamás despertaría,
seguiría adormilado.
Porque, sin darse cuenta siquiera,
ella edificó enormes
y valiosas expectativas,
modeladas sobre cimientos
de arenas inestables y blandas.
Y sobrevino la decepción nomás,
el derrumbe anunciado
y jamás interpretado,
dijo -aquí estoy-.
Tenía un castillo construido,
pero no atisbó que su amor
ya no deseaba
compartir los mismos sueños,
tenía otros, diferentes y ajenos.
Sí, comprendo tu dolor,
se derrumbó tu cielo diáfano
sobre tu amoroso castillo
rodeado por mares de jacintos y prímulas,
que daría cobijo a una gran historia
que feneció por obcecación y ceguera.
Viviana Laura Castagno Fuentes