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miércoles, 2 de marzo de 2016

LA FINITUD



Miró hacia el cielo, era su hábito diario,
había unas mariposas iridiscentes
revoloteando a su alrededor,
las comenzó a observar, danzaban,
como si una sinfonía especial
que solo ellas escuchaban
les dibujara su hermosa coreografía.

Eran dúctiles bailarinas, etéreas,
desaparecían entre nubes cómplices
y emergían como si el cielo fuese su mar,
al que disfrutaban sin límites
explorándolo con gracia y eficiencia.

¿Qué secretos atesoran
estas amorosas y extrañas criaturas?,
se preguntaba.
¿Acaso son portadoras de un mensaje
que todavía no supimos descifrar?

Tal vez nos hablan sobre lo efímero.

Porque nosotros los seres humanos,
tenemos la estólida omnipotencia
de creer que la muerte es la de los otros,
aunque la única certeza que poseemos
es justamente, saber que moriremos.

Creemos estar muy lejos, sucederá,
pero más adelante.
¿Pero quién puede asegurarlo?

Ella pensaba en esto
mientras no dejaba de disfrutarlas
en su armonioso y primoroso vuelo.

Y no, también nos compete,
he ahí la contundencia del mensaje
de las mariposas danzarinas,
nos comunican todo el tiempo
sobre lo efímero, porque así es la vida,
un tránsito solo, un pequeño gran viaje.

Sí, se convenció después de observarlas,
aunque parecía en apariencia,
que ofrecían una función de ballet.

No, hacían algo más que eso,
le habían transmitido un mensaje trascendente:
la muerte está aferrada a la vida,
no está separada, es un todo indivisible
y hoy o mañana será la nuestra.


Viviana Laura Castagno Fuentes


                  

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