Las palabras poseen el poder
para acariciar a un alma
que en desasosiegos viaja,
solazar a un corazón taciturno
y cautivar a una mente ávida.
Si pudiese —intentaría—
aplacar las tribulaciones todas,
encender luces en lo oscuro
despabilar a un corazón fatigado
que de ausencias huelga.
Si pudiese, —con mis emisarias—
intentaría dar un abrazo
con uno de mis versos
imbuidos de sentimientos
genuinos y magnánimos.
Las palabras poseen dones,
bien utilizadas son asistentes,
embajadoras de la paz,
la solidaridad y la empatía
y logran transformar
desiertos yermos
en magníficos vergeles.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















