En realidad
para ser honesta —como siempre—
y porque no cabe en mí
la hipocresía,
debo reconocer
que muchas veces escribo
para no morirme.
¿Es un placer la escritura?
Sí, definitivamente lo es,
pero desde el día
en que tu vida su reloj detuvo
se ha convertido —en un tris—
en mi supervivencia,
en la brújula certera que guía
el derrotero de mi navío
tan inestable como errático.
¿Entonces escribo por placer
o por necesidad ahora?
Ambas justifican
que intente garabatear algo
cada día,
pero —la necesidad se ha impuesto—
le ganó la partida al placer
y espero que sea transitorio.
Las letras me buscaban antes,
hoy las reclamo con insistencia
y creo que les exijo
demasiado,
vendrán mejores etapas
y dejarán un día
de sentirse responsables.
Mis letras, mis garantes,
mis amorosas rescatistas
cuando azotan las borrascas
y aquí dentro todo está confuso,
supo la vida enviarlas
justo cuando más lo ameritaba
para iluminar espacios
que sin su luz, hubiesen fenecido.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















