Al final
me enseñó la vida,
que debo cuidar mi vergel
nadie lo intuye como yo
y percibo su saciedad
o cuando está sediento.
Y voy aprendiendo...
que la paciencia
es un arte y un don,
logra milagros en el alma
de nuestros seres amados
que comienzan a despedirse.
Soy consciente
que debo estar preparada
para —la gran soledad—
cuando todos falten a la cita
porque se olvidaron
o porque tuvieron que irse antes.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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