Y llegó el día tan temido por ellas,
las azules aguas del caudaloso río
invadieron cual ejército armado
las bellas y verdes praderas en estío.
Ellas, las aves, las dueñas del cielo,
sintieron que ese suelo que las cobijaba,
el amparo para los pies de sus árboles
portadores de nidos, ya no estaba.
¿Cómo explicar a una dúctil ave,
que una lluvia pertinaz derramó un río?
¿Cómo decirle que la natura posee dones
que desgarran árboles donde duermen nidos?
No, no es tarea fácil;
las azules aguas del caudaloso río
invadieron cual ejército armado
las bellas y verdes praderas en estío.
Ellas, las aves, las dueñas del cielo,
sintieron que ese suelo que las cobijaba,
el amparo para los pies de sus árboles
portadores de nidos, ya no estaba.
¿Cómo explicar a una dúctil ave,
que una lluvia pertinaz derramó un río?
¿Cómo decirle que la natura posee dones
que desgarran árboles donde duermen nidos?
No, no es tarea fácil;
hay que observarlas,
respetar sus silencios,
respetar sus silencios,
sus cantos mudos
y esperar que la natura marque el ritmo,
aquiete las aguas y devuelva a las aves,
bailarinas del cielo, lo que han perdido.
Viviana Laura Castagno Fuentes
y esperar que la natura marque el ritmo,
aquiete las aguas y devuelva a las aves,
bailarinas del cielo, lo que han perdido.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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