Deseaba ser mariposa,
poseer finas y delicadas alas,
para escudriñar los cielos todos,
navegar entre transparentes nubes,
con la suavidad de un terciopelo.
Deseaba comenzar su vuelo,
sobre un jardín espléndido
con primavera estrenando,
posarse sobre las flores,
libar de su néctar y seguir volando.
Ser mariposa, era un sueño,
cuando dormía, volaba,
y lo hacía también despierta.
Mirar al mundo, desde un pétalo,
podría intuir a almas atribuladas.
Imaginaba que aligeraría cargas,
que en la tierra la abrumaban,
mutar por un cuerpito grácil
dotado con alas de fina gasa,
su libertad plena, garantizarían.
También anhelaba, ya mariposa,
acariciar sutilmente aflicciones,
con solo rozar sus alas
sobre unas manos trémulas,
que su llegada, estarían esperando.
La vida otorga estos dones,
si no soñamos, el alma entumece,
la mente es un lugar estanco,
y el corazón de tristeza languidece.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















