Cuando la realidad sin anestesia
asesta sus golpes y nos desequilibra,
en silencio elegimos hacer un viaje,
peregrinamos hacia nuestro interior
para lograr sobrevivir al afuera.
Enmudecemos porque hay orfandad,
las palabras nos abandonan
ellas también se desorientan,
no logran cohabitar ni aceptar
desatinos que les son ajenos.
Esperemos que la paz se imponga,
el alma está atribulada, vulnerable,
disciplinó a sus aliadas las palabras,
les conminó a callar y a no decir nada.
Hay que dejar que el temporal se exprese,
desate su furia, son los ciclos naturales,
cuando sintamos que volvió la calma
salgamos de ese escondite interior
indemnes, para ponerle voz a nuestra alma,
con las amadas palabras, las sobrevivientes.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















