Un rosal solitario
con flores rojo púrpura
ha despabilado a un jardín
que estaba gris y alicaído.
Trajo la luz necesaria
que en ausencia estaba
y ahora su beldad exhibe
en el silencio de la estridencia.
Un rosal, un timorato casi,
se convirtió en escenógrafo
con sus rosas rojo púrpura
que en artistas devinieron.
Un rosal solitario
—un paradigma en sí mismo—
sobrevivió a condiciones inhóspitas
y enseñó todo con sus fulgores.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















