Adoro a las personas genuinas,
esas que nada esconden,
dejan que veamos su esencia
porque de transparencia visten.
Tienen un halo, que no capta el ojo,
solo el alma atenta lo percibe,
irradian una paz interior
que desde adentro las ilumina.
Seres especiales, magnánimos,
saben quedarse en silencio,
cuando hay naves encalladas,
y celebran, cuando a la mar regresan.
No es fácil encontrarlas, no,
no estoy hablando de belleza física,
esa es solo transitoria, pasajera,
y el tiempo se encarga de disiparla.
Me refiero a la beldad primigenia,
la que solo un alma noble ostenta.
Son personas que nos cambian,
sin dar consejos, ni emitir palabras.
Ellas son generadoras naturales,
de una fuerza que nos modifica.
Logran que visualicemos vergeles,
allí donde el invierno arrasó
impiadosamente, con los esplendores.
Viviana Laura Castagno Fuentes