Debemos habilitar a las lágrimas
que se escurran libremente naveguen cada intersticio
y a las aflicciones excarcelen.
Ellas son excelentes terapeutas,
son portadoras de angustias
aunque culturalmente
hagamos intentos estériles
y reiterados, por reprimirlas.
Una vez liberadas, ellas fluyen,
se integran en silencio al viento
que con amoroso cuidado

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