Ellos no eran la excepción, no,
integraban esa muda legión
de matrimonios felices y plenos
para toda la vida, hasta la muerte,
que los mandatos sociales impusieron.
Pero bastaba con observarlos un rato,
para descubrir que el hastío
-cual maleza en un vergel abandonado-
con idoneidad se les había instalado
muy dentro y lo comunicaban
de matrimonios felices y plenos
para toda la vida, hasta la muerte,
que los mandatos sociales impusieron.
Pero bastaba con observarlos un rato,
para descubrir que el hastío
-cual maleza en un vergel abandonado-
con idoneidad se les había instalado
muy dentro y lo comunicaban
muy bien, aun callados.
Cuestiones tan privadas, tan íntimas,
donde se entrometen prejuicios estériles
Cuestiones tan privadas, tan íntimas,
donde se entrometen prejuicios estériles
que en la mente se hospedan,
habían elegido sucumbir ante el hartazgo
de un amor, que supo ser y ya no era,
por temor a las improcedentes opiniones
de aquellos que de vida propia carecen.
Vivir en la mentira era un hábito
habían elegido sucumbir ante el hartazgo
de un amor, que supo ser y ya no era,
por temor a las improcedentes opiniones
de aquellos que de vida propia carecen.
Vivir en la mentira era un hábito
y a ella estaban acostumbrados,
eran dos prisioneros inocentes
eran dos prisioneros inocentes
condenados a un presidio voluntario.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Viviana Laura Castagno Fuentes

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