Tejía, con el mismo amor
con el que vivía,
cuidando cada detalle
sin esconder sus errores
ni intentar disimularlos,
porque al avanzar su obra
inevitablemente se notaría.
Era una creadora nata,
luego de sus labores diarias
ingresaba a su universo de lanas
donde la mente se expandía
y su alma magna se regocijaba
a través de su mirada luminosa
—el lugar desde donde sonreía—.
—Mamá no importa, no se nota—,
era mi respuesta ante un error
que solo ella veía —era tan nimio—
pero suficiente para decidir
que debía deshacer varias hileras
y comenzar a tejer de nuevo.
Tejer, no era solo una habilidad
—entre las tantas que tenía—
para mí fue "una parábola"...
tejía con la misma honestidad
con la que vivió hasta su muerte
—sin mentir, sin disimular, sin
esconder nada—
—era genuina consigo misma—
y por ende lo fue viviendo.
Viviana Laura Castagno Fuentes