¿Cómo no extrañarla,
si encendía las mañanas
con una sonrisa inolvidable
que en sus ojos habitaba?
¿Cómo no extrañarla,
si convocaba a la primavera
aun cuando los fríos entumecían
y hasta la piel lastimaban?
¿Cómo no extrañarla,
si en sus manos mágicas
una bellísima flor de ceibo
en un delicado cisne se convertía?
¿Cómo no extrañarla,
me ha transferido valores
sin pronunciar palabra alguna
solamente con sus actitudes?
¿Cómo no extrañarte madre, dime?
Me declaro derrotada e insolventeante un sentimiento inefable
que en cada intersticio mío vive.
Aunque discerniendo un poco
—mereces todo de mí—
porque has sido exuberante
y tu amor está intacto, está vivo.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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