Imagino
que tal vez leas
mis versos solitarios
—entonces dejarán de serlo—,
porque se intuirán
tu alma y la mía
aun cuando la distancia
sea parte del imaginario
y en realidad
no exista, no sea,
porque habrá un poema
consolidando la magia
del reencuentro.
Viviana Laura Castagno Fuentes
—¡Cómo has cambiado!, no eres la misma que conocí hace unos años (sic).
A veces me produce un gran hastío escuchar lo mismo, pero también me induce a escribir, no siempre a responder verbalmente porque solamente habilita a un estéril intercambio de opiniones que se contraponen y me generan cansancio y para no extraviarme de la paz —acabo enmudeciendo—.
En este viaje si no cambiamos, no estamos evolucionando nada, nos estancamos en fórmulas hechas y repetidas que nos anquilosan.
Muchas veces esos cambios son conscientes, pero generalmente se producen muy sigilosamente sin que lo advirtamos siquiera pero modifican nuestros parámetros y también nuestras prioridades.
Por ello, tengo todo para agradecer a la vida, he sobrevivido a temporales atroces que me fagocitaron, me abdujeron a lugares insospechados para comprender después que "había una enseñanza subyacente", no era la evasión, ni la mentira, ni el resentimiento y menos el rencor, sino salir del trance más blandos y maleables.
Me sumergí en mis arenas movedizas, caí por pendientes pronunciadas (y aunque el viaje tendrá otras pendientes aguardando) he fluido exenta de sentimientos inicuos que solamente un caos interno proponen soguzgando al alma prístina —la fuerza motriz— de este finito obsequio denominado "vida".
Sí, he cambiado...
Viviana Laura Castagno Fuentes
Y me quedo definitivamente
con una amalgama imperfecta
de lo mejor de mi vida
—que ha sido mucho—,
porque no escatimó nada
—tuve al amor genuino—
desde la cuna y perpetuado.
Hasta he entablado
amablemente con el dolor,
—una relación simbiótica—
porque es un absurdo
darle el trato de enemigo
a un docente inesperado
que sabe atizar con ínfulas,
para acabar cobijándonos.
Viviana Laura Castagno Fuentes
En apariencia
todo se resumiría
a una rutinaria
reorganización postergada
y nada más que eso,
pero... aparecieron las cajas
que aún estaban selladas
y una vez abiertas dejaron
al descubierto tus obras
—tus creaciones maravillosas—
y el dolor atizó sin miramientos
para recordarme otra vez
que no existe la cura
definitiva, que solamente
nos otorga licencias
para que la vida prosiga,
porque la herida respira
y no cauteriza nunca.
Viviana Laura Castagno Fuentes
Un ocaso previsible
está secuestrando
sus últimas luces,
parece una lámpara
languideciente
que se está apagando.
Pero, ingresas hasta mí
presurosa, como si intentaras
apaciguar el desánimo
que por doquier desborda
—como si un río fuese—
y logras reconfortarme
y sin miedos me disgrego.
Me habita
una soledad mansa
a la que al principio
resistía con creces,
pero se convirtió
en una amiga inesperada.
Invita a la introspección,
no es invasiva
ni inquisidora
inaugura los vergeles olvidados
mientras cuida con amor
a las deliciosas gardenias.
Viviana Laura Castagno Fuentes
