A mi edad, algo conozco
y ya no tolero más las mentiras,
ni las evasivas, menos la malicia.
Ya estoy de vuelta,
estoy regresando
por otra avenida,
al lugar donde todos iremos,
—el destino que nos iguala—
y debería humanizarnos con creces.
Pero para dilapidar momentos
en situaciones idénticas,
en diálogos estériles
o en palabras abreviadas
que nada expresan,
allí no me encontrarán nunca.
La madurez trae contundencia,
el viaje de ida es finito
y se nos acota día a día,
por lo tanto
—reincidir en estolideces—
es no haber aprendido nada
de nuestra mejor docente: "la vida".
Viviana Laura Castagno Fuentes
al lugar donde todos iremos,
—el destino que nos iguala—
y debería humanizarnos con creces.
Pero para dilapidar momentos
en situaciones idénticas,
en diálogos estériles
o en palabras abreviadas
que nada expresan,
allí no me encontrarán nunca.
La madurez trae contundencia,
el viaje de ida es finito
y se nos acota día a día,
por lo tanto
—reincidir en estolideces—
es no haber aprendido nada
de nuestra mejor docente: "la vida".
Viviana Laura Castagno Fuentes



















