Ella es una experta
—en apaciguar tormentas—
cuando las inclemencias
se empecinan con otras vidas.
Siempre estuvo, siempre está,
—recoge sus pedazos—
no vacila y parte
—porque sobre mezquindades—
no supo, ni sabrá nunca.
Sólo le cabe la comprensión,
que a quién está devastado
—hay que ofrendarle un hombro—
para que recueste sus tragedias.
Es empática, prudente,
sabe que quienes
están desconsolados
—no necesitan consejos—
porque aun callados
—no necesitan consejos—
porque aun callados
se manifiestan.
Ella es la ternura,
—la templanza en la confusión—
su brújula es su alma, su faro
para iluminar lo sombrío
e instalar la luz
justo allí —donde la oscuridad—
se ha aposentado.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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