Aquel cisne, que había detenido
su vida en una laguna que lo acunaba,
tenía una gran tristeza aposentada,
la misma que lo obligó a declinar su vuelo
para seguir a su bandada que se alejaba
y bajo árboles frondosos su vida detuvo.
No había explicación alguna
que arrojara luz sobre tanta sombra,
un esbelto cisne, escondió su largo cuello
entre sus plumas y así quedó por un tiempo
sobre las aguas mansas de una laguna
donde encontró la paz para su agonía.
Luego de vivir allí por meses largos
una mañana de espléndida primavera
apareció de la nada, causando gran alborozo,
un cisne igual a él, tal vez su pareja amada
o su polluelo devenido en un ave magnífica,
mientras una suave brisa mecía a los árboles
como invitándolos a un festejo.
Danzaron por un rato en las aguas mansas,
entrelazaron sus elegantes cuellos
ofrecieron un espectáculo de ballet en la laguna,
con árboles vetustos, como espectadores privilegiados,
era un gesto de agradecimiento, un hasta siempre,
para luego partir, desplegando sus maravillosas alas.
Acabó la desazón de un cisne esbelto y bello,
que meses atrás, había declinado volar con su bandada,
por angustias que jamás nos serán develadas,
porque al partir, también con él volaron ellas.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















