Está nublado el cielo,
es el primer lugar
hacia el que viaja mi mirada
cada vez que despierto.
Pero hoy está ausente,
si hasta la algarabía
de las aves están atenuadas,
como si una orden fue dada
para que sus sinfonías hoy silencien.
¿Será que está triste, será esa la causa,
tendrá un agobio que no conocemos?
Siempre imaginé que un cielo nublado
transmitía desazones largas,
eran razonamientos cuando niña
que aún persisten y se fortalecen.
Sí, definitivamente, el cielo está atribulado,
por pesares muy íntimos
y ha decidido esconderse
detrás de nubes amenazantes.
Tal vez, si llora, sus angustias excarcele,
derramará sus lágrimas acumuladas
que serán grises, como es su aspecto ahora,
y logre liberar tormentos y tormentas,
que lo obligan a permanecer aún
bajo un aspecto lúgubre y aciago.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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