—No, no tengo tiempo—
Era la respuesta para todo
cuando su atención alguien
requería y él lograba disuadirlo.
Era un profesional exitoso
estaba avocado a organizar
su complejísima y vasta agenda
y no estaba para nimiedades (?).
Los simposios, las cátedras,
las reuniones con sus colegas
y él tan urgido, tan agobiado
necesitaba un día con más horas.
—No tengo tiempo—
repetía hasta el hartazgo,
—no tengo tiempo ahora
tal vez la próxima semana—.
El tiempo, los viajes, los relojes
eran la evasión a su medida
para no mirar hacia adentro
y terminar descubriendo
que estaba lleno sí, pero de vacíos.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















