Diciembre...
el mes de los amaneceres
y de los ocasos
que tienen implícita
—como si estrenaran—
una connotación única.
Dicho así solamente
es otro más en el calendario
—una elección del dogma—
pero es en realidad
el que vuelve a desordenar
mi frágil certidumbre.
Diciembre simbolizaba
la ilusión por el amoroso
y ansiado reencuentro
con mis seres amados
que llegaban de otros lares
y también los adioses
a los compañeros de estudio
porque el ciclo terminaba.
Diciembre, —debo confesarte—
desearía viajar a otra galaxia
o tal vez volatilizarme
mientras tu estancia dure
o hasta que lo que provocas
llegue a su fin, concluya.
Te has convertido
en el mes de una despedida
—que no imaginé nunca—
y desde entonces...
estoy lidiando íntimamente
con una fragmentación
—que hasta hoy—
no ha encontrado
una mengua o sucedáneo
que logre neutralizarla.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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