Muchas veces me sucede
—percibo que me apago—
como si fuese un fueguito
que va desapareciendo.
Y en esa supuesta extinción
también me acompañan
las palabras que enmudecieron
en un gesto de complicidad.
No comprenden ellas
—solo viajo a un refugio—
es un espacio muy íntimo
donde anida la paz que anhelo.
En apariencia —no hay nadie—
—pero a la vez están todos—
los que mi vida fecundaron
y la embellecieron con creces
por unas horas, unas semanas,
por muchos años y décadas
porque tuvieron que irse.
Algunos cumplieron una misión,
ellos fueron mis maestros
esparcieron con amor docencia
pero a muchos los llamó la vida.
Y me siento tan bien allí,
—es donde el silencio habla—
mi alma escucha y abreva
para regresar después
renovada, ilesa y sólida
y el fueguito en aparente extinción
comienza a atizarse de nuevo.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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