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lunes, 1 de diciembre de 2025

EFÍMEROS

 

Somos un amasijo sempiterno
por ciclos y momentos diseñados
los comienzos tienen finales
con fecha de vencimiento adosado. 

Portamos dolores tan profundos
que se adhieren a los huesos,
—demuelen al alma distraída—
son inquilinos y propietarios. 

Somos la vulnerabilidad absoluta
—hojas otoñales a la deriva—
la vida es una ráfaga en el tiempo
pero nos creemos inmortales. 

Las células son grandes referentes
—por miles fenecen dentro—
el presente es lo único tangible, 
el ayer pasó y el mañana no existe. 

domingo, 30 de noviembre de 2025

ANHELANDO SIEMPRE


Mereces que guarde la playa tu itinerario, mientras a tus pisadas petrifica.

Mereces la versatilidad del recorrido; cuando haya prados disfruta de sus amorosas florecillas silvestres y cuando una bifurcación te sorprenda que sepas escoger la atenuada.

Mereces crepúsculos magnificentes, amaneceres promisorios y un café esperando.

Mereces a la mentira en cautiverio y con grilletes, mientras la verdad celebra su libertad sin condiciones.

Mereces lo que piensas, lo que sientes y exultantes primaveras sembradas en la opacidad de los inviernos.

Mereces que tu vida abandone los eclipses y los renunciamientos —por cuestiones tan privadas— y reverbere la intensidad de tu luz como antes.

Viviana Laura Castagno Fuentes

SUEÑOS EN EXTRAVÍO


Diseño con ahínco

las modificaciones,

los cambios necesarios

que habíamos pergeñado

cuando intempestivamente

los sueños se durmieron.


Se habían quedado truncos,

creo que estuvieron 

en estado de perplejidad

y de desconcierto

como nosotros,

están más atentos ahora

aunque la cautela 

siga imponiéndose todavía.


Viviana Laura Castagno Fuentes


sábado, 29 de noviembre de 2025

SU SENSIBILIDAD


Y cuando sientas

que la blanda arena

no sostiene tus pisadas, 

no te enfades con ella

quizás se quedó la mar

entre sus pliegues

y tuvo que ceder 

no por indolencia 

sino porque no podía. 


Recuerda 

ella es arena suave, 

—tal vez esté llorando ahora— 

fracasaron sus intenciones

claudicó su resistencia 

y no logró a pesar de todo 

evitar esa caída 

—que le duele más a ella—

es arena sensible, no olvides. 


Viviana Laura Castagno Fuentes 


EL PROCESO

 

Cuando un gran dolor llega a nuestra vida, no debemos permitir que nadie lo minimice e intente comparar con alguna situación vivida.


Es y será un proceso único, privado, incomparable y debemos acompañar lo que nuestra alma decida.


Aprendí a no hablar con nadie, pocas personas poseen la capacidad de empatizar y hasta  disuaden nuestra necesidad de poner en palabras lo que un dolor genera muy dentro.


Porque en realidad —sentimos que la tierra se abre y nos fagocita—, y mientras caemos no hay lugar por donde asirse, todo es resbaladizo y nuestros recursos claudican.


Entonces hay que permitirse estar mal —porque no está mal estar mal—, está muy bien, es un sentimiento natural e inevitable, un camino que tendremos que recorrer aunque no lo hayamos decidido. 


Tiene etapas diferentes, a veces desearíamos haber "muerto con el ser amado" y no seguir viviendo, porque hasta se siente culpa por el simple hecho de estar vivos.


No hay que explicar nada a nadie, lo que nos sucede es —absolutamente intransferible— y en esa galaxia estaremos a solas resolviendo nuestro duelo "a nuestra manera y como podamos". 


P. D: Mi madre murió en mis brazos en nuestro hogar el 31 de diciembre de 2022, hará tres años en breve y el dolor está vigente para mí, no lo superé aún y creo que no lo haré mientras viva. Estoy conviviendo con el, intentando que sea un aliado, no un enemigo. 


Viviana Laura Castagno Fuentes 


viernes, 28 de noviembre de 2025

ALGO DE MÍ

He nacido en un pueblo pequeño, donde las siestas eran casi "una ceremonia" y el natural devenir se detenía por un rato.


La siesta era un paréntesis, y durante el estío "casi una obligación" porque los calores eran abrasadores y estar a resguardo se imponía. No me gustaba, porque interrumpía mis juegos en la vereda con amigos y llamaba al silencio por unas horas. 


Las calles eran de ripio, espaciosas, parecían avenidas todas. Las veredas se caracterizaban por ser amplias donde se daban cita los juegos, el deleite y la socialización junto a vecinos y amigos.


Me encantaba regresar de la escuela, hacer las tareas educativas y salir a jugar en ese espacio donde mi infancia tuvo libre albedrío para que mi imaginación frondosa volara.


Recuerdo esa etapa de mi vida con enorme felicidad y plenitud, no porque tuviese consciencia de lo que la "felicidad" significaba, —no me hacía preguntas al respecto—, yo disfrutaba de todo y creo que ese disfrute tenía a la felicidad como protagonista inexpugnable. 


Pero, mirando a esa infancia desde esta adultez mía —con otros parámetros y perspectivas—, he llegado a la conclusión de que mis padres han sido los hacedores amorosos de esa plenitud inolvidable.


Y nada sobraba, tuve lo necesario para gozar de una niñez más ligada al amor y a la contención, que a las cosas materiales. Justamente, crecí sintiéndome amada y eso contribuyó a fortalecer mis límites interiores.


Disfruté las bondades de vivir en un pueblo, hoy es una ciudad que tiene al río más hermoso del planeta, el que atesora etapas bellísimas de mi vida y un depositario de muchas de mis poesías porque ha sido un amigo, un confidente:  el "Río Uruguay" una fuente inagotable de riquezas insospechadas.


Siempre afirmo que mi niñez ha sido la gran artífice, la garante primigenia, edificó los cimientos que soportan hoy las tempestades inexorables de este viaje finito denominado "vida".


Viviana Laura Castagno Fuentes