Un racimo, de las flores que más amo,
las glicinas, están seduciendo a la luna,
que las mira, sin mirarlas parece, como abstraída.
La fragancia que poseen,
es tan embriagante y exquisita,
que seguramente despabilarán enseguida,
a una luna que simula estar dormida y ausente.
Pero intuyo muy dentro de mí,
que no es así, solo utiliza esa estrategia
para simular no ver, ni sentir nada,
porque ella es así, timorata de a ratos,
y muy audaz otras veces.
Luna, te conozco tanto como al alma mía,
no estás durmiendo, solo estás disimulando...
¿Estoy en lo cierto?
Te dejo mi sugerencia:
acerca tu cara hacia las exquisitas glicinas,
y disfruta como sabes de su fragancia
tan etérea y tan única.
Ellas estarán agradecidas,
han recorrido un largo camino
para estar a tu lado,
y si sabes apreciarlas,
esparcirán su perfume sin límite alguno,
solo para complacerte.
¿Prometido entonces,
cumplirás mi petición esta noche?
Me voy, ya las dejo,
para que dialoguen hasta el alba,
ellas te hablarán de su aventura,
y tú, con suma atención y elegancia,
intenta acariciarlas con tu luz sutilmente.
Hasta mañana luna mía,
vendré para que me digas
cómo te sentiste;
porque al fin y al cabo
tuviste el privilegio,
de ser seducida por un racimo
tuviste el privilegio,
de ser seducida por un racimo
de las flores más bellas,
las más fragantes, que nos obsequió la natura.
Viviana Laura Castagno Fuentes
las más fragantes, que nos obsequió la natura.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















