La niña esparce corazones auxiliares,
son los asistentes de emergencia
para sus otros pares.
Son aquellos corazones desolados, grises,
que han detenido su ritmo,
porque tal vez, la vida los obligó
a fingir que ya no sienten nada.
Estos amorosos corazones auxiliares,
saben muy bien hacer su trabajo,
se acomodan al lado,
comienzan a desplegar toda la magia
y encienden a sus pares apagados.
Son millones, han decidido esquivar al amor
cuando este los llama,
están tiesos, como ausentes,
porque han sido lacerados
y el dolor los mantiene anestesiados.

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