Su trémula y huesuda mano
sostiene a un cómplice silente,
a un amigo, un confidente,
aunque solo vean a un mate.
¿Cuántos saben lo que siente,
un hombre solo y ausente
que por causas tan privadas
le puso un cepo a su mente?
Nadie debe prejuzgarlo,
porque justo él no lo merece,
se ha entregado como nadie,
expandió su corazón con creces.
Tiene la mirada extraviada,
parece mirar sin mirar, parece,
sus ojos buscan respuestas
para una vida hoy desolada.
¿Por qué se impone la indolencia
cuando un alma magnánima
se ofrendó sin límites
y su presente es, en orfandad absoluta?
Tal vez su amigo y confidente,
compañero de horas largas,
logre traer las respuestas
que la vida le ha usurpado.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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