Elegir la mejor flor,
era casi una obsesión
acariciaba sus pétalos
con amor y con candor.
El prado se engalanaba,
bajo un cielo transparente
y el viento muy sutilmente
a cada flor las besaba.
Observaba con esmero
cual artista a su pintura,
su sabiduría innata
la guiaba en la natura.
La elección ha sido fácil,
las separó una a una,
ahora una amorosa canasta
las adormecerá en su cuna.
Ella vuelve embelesada;
su carga preciosa deslumbra,
fragancias, colores, texturas...
el obsequio para su madre amada.
Viviana Laura Castagno Fuentes

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