La decepción, así expresada,
no dice nada, suena a vacía.
Es una bella palabra,
otra más que integra
nuestro idioma castellano,
tan vasto y tan rico.
Pero la decepción es un arma,
puede ser una daga,
que perfora al corazón
y lo hace trizas, lo desintegra.
Nos lleva de bruces al abismo,
se nos derrumban uno a uno
los proyectos, los sueños
y el futuro se atisba negro,
envuelto en una nebulosa.
Sí, aquellos sueños,
que justificaban la existencia
podían vestir de glamorosa primavera
a inviernos gélidos y grises.
Decepción, parece hasta inofensiva,
pero sabe asestar golpes mortales
y el alma huye, desesperada,
hacia un escondite, una guarida
para intentar preservarse.
Decepción, no es solo una palabra
es la más astuta e impredecible
de las armas, porque sin indicios,
puede detener a un corazón
y asesinar al alma, sin piedad alguna.
Viviana Laura Castagno Fuentes



















