A mis sueños
los despierto
cada mañana,
cuando el amanecer
es aún
—un acto de confianza—.
No los dejo dormir,
los despabilo
porque ellos son
—la fuerza motriz—
de mi alma.
¿Qué de la vida
sin ellos?
¿Una biblioteca
huérfana de libros
o un río sin aguas
donde presumir
su belleza el cielo
no podría?
Sí, definitivamente,
a mis sueños
los despierto cada día,
—aunque atice con estocadas—
la vida,
o solo alguno de ellos
—logren vean la luz—,
a los sueños no hay
que dejarlos dormir...nunca.
Viviana Laura Castagno Fuentes



